domingo, 16 de agosto de 2009

Días de vuelta...

... de viaje

... al trabajo

... a viejos y nuevos proyectos

La vuelta siempre es emocionante.

2 comentarios:

  1. Cuenta el que vio esta verdadera, disparatada y extraordinaria historia, que la corte se encontraba de esta guisa el último de los días de aventuras por tierras manchegas.

    El Marques de la Alcayna, padece como no, de gota, como corresponde a su alta alcurnia; por eso todos los días tiene la sana costumbre, de levantarse a eso de las siete de la mañana, tomar un café donde le coge al paso y caminar durante una hora. Cuando regresa, su mujer la Marquesa, ya ha dejado libre el baño y está lista y aseada; entonces el Marques toma posesión del mismo y ya a sus anchas se perfila. Hoy también lo ha hecho así a pesar de ser uno de noviembre.

    No es usual lo que ha hecho esta mañana el Marques del Hondón, por lo fresco que se muestra en los siguientes menesteres; muy diligente y a muy temprana hora se ha puesto a doblar camisas, jubones y calzones. La Marquesa en la cama y con las piernas abiertas, ha puesto los ojos como platos por lo inusual de lo que los mismos veían, y lista ha dejado hacer.

    Tampoco es usual que el Marqués de Altorreal, que se acostó temprano y corrido por la partida de carta con los otros Marqueses, hecho que le ha producido espeluznantes pesadillas, digo que no es normal que se le hayan pegado las sábanas y ser el ultimo en dar señales de vida, pues es persona de puntualidad extrema.

    El otro Marques, el de Letur, como siempre ha aparecido de los primeros. Que es algo fresco y a lo suyo y todo bajo la uña, que la Marquesa ya resolverá. Ya se lo dijo su madre a esta última, para todos contentos, el contento primero. Y lo aplica al pié de letra y le va bien.

    ResponderEliminar
  2. Las jornadas reflejadas en los anteriores capítulos, de grandes comilonas y felices jolgorios se dan por terminadas y el almuerzo transcurre en silencio y con algunas prisas, pues de todos es conocido que todo lo empieza, acaba y que lo que sube, baja.

    A la mesonera la cuenta han pedido, y sacando las bolsas a toca teja han escupido, que quien paga descansa y no veas el que cobra. Con parabienes y abrazos a la mesonera y los baúles en el carro, carretera y manta.

    Ya no cantan los marqueses, van como compujidos y en sesudos comentarios va pasando el rato. A la altura de la Venta del Jardín, de tal mal recuerdo para todos, por lo corridos que salieron del lance con el hideputa del mozo, todos se pusieron a silbar olvidando lo jurado, y espantar los pensamientos malos.

    La Marquesa de Altorreal, reclama una parada en una venta llamada Los Molinos de Peñas de San Pedro, para hacer acopio de chacinería, pues le vienen a su castillo los hijos de aquí a pronto y son muchas las bocas a dar de comer y panzas a llenar. A todos les parece muy acertada la idea ya que el que más o el que menos, le pasa otro tanto de lo mesmo.

    Y allí mesmo, al Marques de la Alcayna, se le ocurre alguno muy nuevo. Dá la idea, de que, ¿Cómo nos vamos a despedir de tamañas aventuras, sin darnos una ultima comida?; que aunque maltrechos los bolsillos, malo ha de ser no tengamos para unos huevos fritos con alguno tropezón de lo que sea. Y como las buenas ideas hay que apoyarlas vengan de donde vengan, el resto de la Marquesada, por mayoría, votó por la idea.

    Así que se convino que en la Venta de Cancarix, que delimita los Reinos de La Mancha y Murcia, parada forzosa de carros y arrieros en tiempos ha, diéramos por concluso nuestras afamadas aventuras.

    Llegamos pronto y a buena hora a la tal venta, llamada de Julio, y fuimos recibidos por un mozo amable que nos dijo que a poco nos preparaba una mesa donde nuestras mercedes pudiéramos comer a placer. Entretanto y para hacer boca nos puso unos platos de lengua de vaca azul y unos chorizos aceiteros que en un abrir y cerrar de ojos se consumieron.

    Y aposentados en la mesa, pedimos de buena gana huevos fritos, chorizos, morcillas, tajas de tocino magro, sardinas de bota fritas con pimientos, todo acompañado de patatas a lo pobre y para desensebar alguna ensalada que ellos tuvieran. Y todo en cantidad, como si para una boda fuera.

    No vean señores la que allí se armo. No más salir el mozo con las fuentes de la mesma cocina, fue atacado por los marqueses y las marquesas, con tal fiereza que alguno mordiera en las manos al propio mozo si este no lo impidiera.

    ¡Compónganse vuecencias ¡ se oyó decir a unos gitanos de Hellín que la misma venta había. Que no es propio de tales señores, tal bellaquería. Calmose algo la cosa, pero los huevos iban y venían como Perico por su calle, los tenedores parecían lanzas tal y como se empleaban en ensartar los chorizos y morcillas, y todos al unísono como posesos, decían ¡ Uhn, Uhn, Uhnnnn.

    Por suerte el apetito fue calmándose y la mesa componiéndose hasta llegar al final de tan pantagruélica comida, saliendo los marqueses por fin de tan infernal venta, con unos olores a fritanga en sus ropas que ni ellos mesmos aguantar podían, así que prudentes por no dar mas espectáculo, y por pensar que todos olían igual, acomodaron se en el carro para continuar el resto del viaje, con la conciencia clara de cada uno aguantara su cruz.

    Sin apenas decir palabra, el Marques de Letur, fue dejando a cada uno en su castillo, no sin antes ser despedido con grandes besos y abrazos por parte del resto que iba quedando, y emplazandose para nuevas aventuras.

    Fín

    ResponderEliminar